Ana Isabel González, ex presidenta de la UNE, ha recibido el premio "Rubén Bonifaz Nuño" a la trayectoria editorial universitaria, en la inauguración de la VII Feria del Libro de las Universitarias y los Universitarios, #FILUNI2025. Ha recogido este reconocimiento, en su nombre, María Isabel Cabrera.
A continuacion, el texto de su discurso y el vídeo del acto.
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DISCURSO DE ANA ISABEL GONZALEZ AL RECIBIR EL RECONOCIMIENTO RUBÉN BONIFAZ NUÑO
FILUNI 2025
Sr. Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Sra. Directora General de Publicaciones, autoridades académicas, editores, señoras y señores.
Cuando empecé a redactar estas palabras esperaba poder dirigirme personalmente a ustedes y no imaginé que tendría que acabar añadiendo un párrafo inicial para pedirles disculpas por no estar presente en este acto. Lo lamento enormemente y les aseguro que han sido causas ajenas a mi voluntad. Mi mente y mi corazón están ahora ahí, no tengan la menor duda.
Es todo un honor para mí recibir este prestigioso reconocimiento, por el que quedo enormemente agradecida, tanto que me resulta difícil expresarlo con palabras, y por el cual al mismo tiempo me siento abrumada, especialmente al pensar a quien representa y quienes lo han recibido previamente.
Debo empezar dando las gracias a la UNAM, la organizadora de este evento e impulsora de este reconocimiento, así como al jurado que ha tenido la atención de considerarme merecedora del mismo. Y también, por supuesto, a la Unión de Editoriales Universitarias Españolas, la UNE, por presentar mi candidatura y por su confianza. Debo agradecerles mucho más que esto pues realmente haber podido formar parte y colaborar con la UNE ya ha sido un premio para mí. Lo he dicho en otras ocasiones, quienes están aquí de la asociación, Joaquín, Maribel, Rosa, Julia, ya lo han oído, pero ha sido la experiencia profesional más gratificante de mi carrera y no creo que haya otra que la supere. Gracias.
Lo cierto es que fue toda una sorpresa recibir la llamada de la directora, Socorro Venegas. Es más, la recibí un día de fiesta en mi ciudad y me extrañó mucho cuando vi su nombre en la pantalla del teléfono. Hubiera podido esperar cualquier cosa, menos esto. De hecho, cuando llevaba unos minutos hablando y empecé a comprender a qué se refería, mi primera reacción fue pensar que se había equivocado de número y así se lo dije, que quizás había querido llamar a otra persona. Cuando me confirmó que era conmigo con quien quería hablar y de lo que se trataba, no me lo podía creer.
En realidad, creo que este reconocimiento no es solo mío, sino que abarca también a la UNE, a la asociación y a quienes trabajan por ella; al menos yo lo veo así.
Si de los datos que han pesado en la concesión de este reconocimiento he hecho algo, lo ha sido por el empuje, el ánimo, el apoyo y la confianza de la UNE. La labor que realiza para promocionar la edición universitaria en nuestro país (y también fuera) es encomiable, y contagia, y está dando sus frutos. Les pondré un ejemplo, que he vivido directamente y desde sus inicios. En una de las acciones en las que trabajé dentro de la UNE fue la puesta en marcha de un sello de calidad para libros académicos. Aún recuerdo las reticencias que percibía cuando empezamos a proponerlo para monografías, incluso cuando se centró en acreditar colecciones. Lo difícil que resultaba hasta que nos escuchasen. Desde la UNE siempre sostuvimos que la edición académica universitaria cumplía con criterios de calidad y que había que buscar un medio para demostrarlo. Hoy el sello es una realidad, reconocida, tanto para colecciones como para monografías. Y ahora no solo se escucha a la UNE sino que se la consulta.
Que conste que partíamos, en España, de una realidad complicada, en la que publicar en la editorial universitaria penalizaba al profesor. No era fácil pero hoy la situación se ha revertido y es bastante diferente. Esto no se habría podido conseguir desde una única editorial universitaria, es un ejemplo de lo que puede hacerse cuando hay unión, consenso y un objetivo claro. Cuando se trabaja con ilusión, con convencimiento en lo que se hace y por qué se hace. Por eso debo reconocer por mi parte, y agradecer, a todo el equipo con el que he tenido el lujo de trabajar en estos años, y a quienes me dieron la oportunidad de integrarme en la editorial de la Universidad de Oviedo.
Los retos a los que se enfrenta la edición universitaria no son iguales a los de otro tipo de editoriales, aunque puedan compartir algunos. Tampoco son los mismos problemas que tienen otros servicios universitarios, de ahí su singularidad y lo importante que resultan las asociaciones sectoriales tanto nacionales como internacionales, y también encuentros como en el que estamos ahora.
Vivimos en un mundo en constante cambio, en el que los avances tecnológicos nos afectan de diferentes formas y la edición universitaria no es ajena a ello. La relación del libro y la Universidad es milenaria pero los formatos y usos han cambiado con el tiempo. No se trata ya solamente de que se utilicen nuevas tecnologías, que no dejan de ser instrumentos que “en principio” deberían facilitar el trabajo o mejorar su eficacia. Es que esas posibilidades que nos ofrece la tecnología pueden generar también otras necesidades o retos que afrontar. La Universidad ha superado siglos y se ha ido adaptando a los tiempos, y así debe hacerlo. Hemos visto cómo, a las tradicionales funciones de docencia e investigación, se ha unido con fuerza la transferencia y la difusión. En todas estas funciones ha acompañado el libro universitario y, en el formato que sea, la edición universitaria sigue siendo un activo en el que las Universidades se pueden apoyar. Porque precisamente el trabajo editorial permite acercar al público (estudiantado, academia, o más generalista …) un contenido generado en la propia Universidad, constituyendo un apoyo en esa labor de difusión del conocimiento a la que la Universidad está llamada.
Es cierto que uno de los retos al que se ha enfrentado tradicionalmente la edición universitaria ha sido el de la distribución, el conseguir acercar los títulos al público, que es un objetivo principal. Para una editorial universitaria no es tan importante el rendimiento económico de los títulos, aunque se busque el retorno de la inversión, como que sus obras sean conocidas por el mayor número posible de lectores. Ahí está también un rendimiento, en términos de difusión. Pues bien, esas nuevas tecnologías a las que me refería han podido vencer algunos de esos obstáculos. Recuerdo que hace un par de años, leyendo las actas de la Conferencia Europea de la Cultura de 1949, me llamó la atención que una de las reivindicaciones era suprimir aranceles sobre los libros y se incluía un proyecto para que el libro, como testimonio cultural, circulase libremente de un país a otro en Europa. Veían necesario esa facilidad para la circulación de las ideas, que hoy es algo que se ha conseguido en gran medida gracias a la tecnología.
El proceso de cambio no es algo nuevo. He vivido cómo las editoriales universitarias se han ido adaptando en estos años, profesionalizando su labor, y cómo, en este proceso, la UNE ha supuesto un apoyo y también una guía. Ha servido de punto de encuentro, de debate, impulsando al mismo tiempo proyectos que individualmente las editoriales no hubieran podido alcanzar, o no de la misma manera (UNEBOOK o ULIBROS gracias a EULAC, son un buen ejemplo), pero también la propia participación en ferias como esta que hoy se inaugura y en la que la UNE apostó por participar desde su primera edición. Por eso, a pesar de las críticas que se han hecho a las editoriales universitarias, creo que la evolución sufrida en estos últimos años, la labor que desarrollan y cómo lo hacen, con garantía de una calidad no solamente formal sino también científica, publicando contenidos de importancia, con impacto en la comunidad científica y, lo que es muy importante, siendo un activo para la Universidad y contribuyendo a la transferencia del conocimiento, es algo que se debe defender. Hay una frase de Jean Monnet que siempre me ha parecido inspiradora, “no conozco otras reglas que la de estar convencido y convencer”.
Así lo estaba con el sello de calidad y así lo creo en la defensa de la labor de la edición universitaria y su futuro. Muchas gracias y mis mejores deseos en esta nueva edición de la filuni.