En las últimas dos décadas, Bolivia se ha visto inmersa en una crisis del Estado-nación, consecuencia de las movilizaciones de los distintos pueblos indígenas del país y del proyecto de «refundación del país» promovido por el Movimiento al Socialismo (MAS). En esta coyuntura política, los indígenas, percibidos como nuevos sujetos históricos, reivindicaron un nuevo ordenamiento político, social, económico y cultural frente al modelo estatal vigente. En gran medida fruto de estas movilizaciones y de las elecciones en diciembre de 2005, se produjo el acceso a la presidencia de Evo Morales y la posterior aprobación de la nueva constitución política de 2009, que, entre otras cuestiones, declara Bolivia como Estado plurinacional y que, entre otras garantías, reconoce la existencia de hasta 36 naciones y grupos etnolingüísticos dispersos por toda la geografía boliviana. Ello se ha traducido en una renovación historiográfica que se interroga sobre las prácticas y las actitudes de la sociedad boliviana y el papel desempeñado por los grupos subalternos en los procesos políticos y socioeconómicos, y en la construcción del Estado-nación boliviano.