Crear, informar, entretener, educar, reconfigurar el sector audovisual, documentar, impulsar el activismo, gestionar los social media, gestionar las marcas, gestionar datos, conectar, emocionar y gestionar información. Es lo que hacen los profesionales de la información y la comunicación en el siglo xxi. Pero, por encima de todo, evolucionan. Evolucionan vertiginosamente para adaptarse al cambio, y también para propiciarlo. Para transferir a la sociedad el conocimiento adquirido sobre esta realidad cambiante, en 2011 el profesorado de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC puso en marcha la revista divulgativa COMeIN (comein.uoc.edu). Este libro recopila 55 de los artículos publicados en la revista durante sus primeros cinco años de vida.
P. Bajo el término profesional de la información y de la comunicación se agrupan varios perfiles diferentes. Hasta hace unos años, la identificación de cada uno de ellos era más o menos nítida. ¿Lo sigue siendo en el momento actual?
R. En la actualidad, los perfiles profesionales del ámbito de la información y de la comunicación tienden a superponerse más que a contraponerse. La hibridación es una constante. Fenómenos como el brand journalism, el advergaming, el embedded librarianship, el branded content, el design thinking, el film research o el comic journalism evidencian la frecuencia con la que dinamitamos fronteras disciplinares.
P. ¿Cómo podrían evolucionar estos perfiles en el futuro? ¿Se tiende a la separación de estas figuras o a su fusión?
R. Nuestro ámbito evoluciona de un modo tan vertiginoso que cualquier intento de hacer pronósticos sólidos y rigurosos conlleva cierta temeridad. Probablemente, algunos de los perfiles profesionales que dentro de una década estarán más consolidados no existen aún a día de hoy. Con todo, la fusión se nos muestra como una tendencia irreversible. El futuro es la hibridación de perfiles. Un ejemplo: expertos en estadística y gestión de información que a la vez sean capaces de dominar las herramientas de visualización de datos.
P. Muchos profesionales de la información se echan las manos a la cabeza cuando analizan la transformación de la profesión en los últimos tiempos. ¿Está justificado este temor?
R. En nuestras disciplinas, durante los últimos tres lustros se han producido cambios mucho más profundos que los registrados en los cincuenta años previos. Cierto vértigo es pues inevitable, algo así como la sensación de montar un potro salvaje. El temor aparece cuando renunciamos a montarlo y nos quedamos quietos ante él, porque entonces lo más probable es que recibamos una coz que nos expulse del recinto. Debemos asumir que, si no nos adaptamos permanentemente al cambio, estaremos fuera de la profesión más pronto que tarde.
P. ¿Qué son? ¿Competencia?, ¿aliados?, ¿nuevos perfiles?
R. Son, o al menos pueden ser, las tres cosas a la vez: competidores, aliados y desde luego nuevos perfiles. Sin embargo, aun siendo figuras relativamente nuevas, ya han experimentado una evolución muy profunda. Empezaron como meros hobbies y, de hecho, uno de sus principales rasgos definitorios era la no-profesionalización. Hoy, en cambio, los más conocidos son precisamente los que han convertido esta actividad en una profesión, en ocasiones muy lucrativa. En cualquier caso, está claro que todos ellos han venido para quedarse, de modo que lo más inteligente es intentar que ciertamente se conviertan en aliados en lugar de querer combatirlos y competir con ellos desde los perfiles más tradicionales.
P. ¿Qué aportan todos estos nuevos al ejercicio de la información y la comunicación como actividad profesional?
R. Por una parte, aportan un muy necesario aire fresco y una radical democratización de las herramientas comunicativas. El reverso de la moneda es que, junto con los influencers más modélicamente responsables y consecuentes, también hallamos una representativa muestra de lo peor de cada casa. Cabe esperar que el paso del tiempo coloque a cada uno en su lugar.
P. ¿Cómo contempla la universidad el surgimiento de todos estos nuevos perfiles profesionales?
R. Con fascinación porque, para quienes nos dedicamos a investigar este ámbito, constituyen un objeto de estudio apasionante e inagotable. También los contemplamos como un reto porque, aunque son perfiles emergentes, ya estamos formando a los profesionales que van a necesitar interactuar con estos influencers de nuevo cuño. Y desde luego los contemplamos con suma atención porque están transformando a pasos agigantados el ecosistema comunicativo y dinamitando buena parte de los apriorismos asumidos hasta ahora.
P. ¿Son las redes sociales los nuevos medios de comunicación?
R. Las redes sociales no nacieron con la vocación de convertirse en medios de comunicación, sino más bien con la voluntad de ser plataformas relacionales que propiciaran la interacción virtual entre una persona y su círculo de contactos. A día de hoy, no obstante, los estudios disponibles evidencian que porcentajes cada vez más amplios de la población consideran a las redes sociales su principal fuente de información. Esta constatación conlleva de forma indisociable la necesidad de que los gestores de redes sociales asuman determinadas responsabilidades que hasta ahora más bien han intentado esquivar, como por ejemplo evitar la libre circulación de noticias rigurosamente falsas.
P. ¿Cómo podría evolucionar la relación entre los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales en los próximos años?
R. Están condenados a entenderse, tal como demuestra el hecho de que se retroalimentan constantemente. Tras el shock inicial, acabarán aprendiendo que el futuro no pasa por competir sino por complementarse.
P. ¿Cómo está afectando el boom de las redes sociales a las funciones (informar, formar y entretener) que los medios de comunicación tradicionales venían ejerciendo hasta hace unos años?
R. Buena parte de los medios de comunicación tradicionales desertaron hace tiempo del ejercicio de la función formativa. Como reacción instintiva al auge de las redes sociales, ahora hay medios que se están relajando también en el cumplimiento de la función informativa en beneficio del mero entretenimiento. El fenómeno del clickbait (noticias que sirven esencialmente como anzuelo de clics) así lo demuestra. Una vez superada esta fiebre tactista, cabe esperar un contundente retorno de los medios tradicionales a las áreas que les brindan su mejor ventaja competitiva y les aportan su mayor legitimidad social: las de la formación accesible y la información rigurosa.
P. ¿Dejarán de ser patrimonio de los medios?
R. No, no dejarán de ser patrimonio de los medios, por lo menos no de los medios que sobrevivan a la criba de la actual crisis de modelo de negocio. En cambio, lo que ya no son ni volverán a ser jamás es monopolio de los medios.
P. ¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de que esto ocurra?
R. Las ventajas son claras: más diversidad de voces, mayor democratización comunicativa y menos opciones para el control autoritario. Los inconvenientes, con todo, no dejan de ser preocupantes: perdida del rigor y la profesionalidad como valores deseables, espaldarazo a movimientos populistas y demagógicos, y saturación informativa. Que pesen más las unas que los otros depende de cada uno de nosotros. Por eso el momento resulta tan apasionante para los que nos dedicamos a esto.
Pie de foto: El libro se presentó anoche en el espacio UNE de la Librería Documenta de Barcelona. Intervinieron: Jordi Sánchez-Navarro, director de los estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación UOC; Pere Portabella, productor y director de cine, político y escritor; y Ferran Lalueza, coordinador de la obra.