Jacques de Callières. La fortuna de los nobles y los hidalgos

Marzo, 12, 2024

Javier Laspalas Pérez (ed.)

Jacques de Callières. La fortuna de los nobles y los hidalgos
Jacques de Callières. La fortuna de los nobles y los hidalgos

Jacques de Callières (ca. 1600-1662), a pesar de sus oscuros orígenes, llegó a ser mariscal del ejército francés y emparentó con la baja nobleza. Dos de sus hijos –François y Louis-Héctor– progresaron aún más en palacio o con las armas. Casi al final de sus días, su padre escribió el libro cuya primera edición y traducción moderna presentamos. En su tiempo y por espacio de un siglo, tuvo una notable difusión: casi treinta impresiones en diversas lenguas (francés, inglés, alemán, italiano y sueco), entre las que no se contó el español.

La obra iba destinada a las “gens de qualité”, la media nobleza provinciana, que poseía riquezas pero carecía de peso político al no vivir en la Corte. También a los “cadets” («segundones») y los “gentil-hommes particuliers” («hidalgos»), miembros de la baja nobleza. Privados de recursos económicos y contactos sociales, éstos se veían forzados a abrirse paso en la sociedad en virtud de su talento natural y su habilidad. Por tal motivo, el autor procura identificar y analizar el potencial de las diversas ocupaciones que permitían conquistar la riqueza y el prestigio social.

La milicia es desaconsejada, por sus riesgos y las escasas posibilidades de éxito. La carrera eclesiástica, y en mucha menor medida la jurídica, es recomendada a los más inteligentes. Ascender en la política, bien como cortesano, bien al servicio de algún gran personaje, es la alternativa más prometedora. Se considera una grave injusticia la incompatibilidad (“déreogance”) del comercio con el honor nobiliario. Si no hay otra vía para salir de la pobreza, estaría permitido trabajar para un mercader, un financiero o un arrendador de impuestos (“partisan”).

Todo ello confirma el malestar que existía en dos sectores sociales sobre cuya mentalidad no abundan las fuentes. Son páginas publicadas poco después de la conspiración de la Fronda, afines a las tesis de los rebeldes y reflejo de su amarga decepción tras el fracaso. También nos informan sobre las prácticas educativas propias de la aristocracia, que consideraba la instrucción escolar un elemento más bien secundario, dependiente de una estrategia orientada hacia la promoción y la perpetuación familiar. El objetivo era la inserción de sus descendientes en las redes clientelares más poderosas y el creciente aparato burocrático del Estado y la Iglesia.

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