"Los cuadernos nos revelan a un joven Unamuno distinto del que hasta ahora había construido la crítica unamuniana"

Noviembre, 24, 2016

Miguel Ángel Rivero, editor de "Cuadernos de Juventud", de Miguel de Unamuno, publicado por Ediciones Universidad de Salamanca.

"Los cuadernos nos revelan a un joven Unamuno distinto del que hasta ahora había construido la crítica unamuniana"

Presentación "Cuadernos de Unamuno" / Alejandro Fernández

La edición de los Cuadernos de juventud de Miguel de Unamuno constituye una de las contribuciones recientes más importantes a los estudios unamunianos en lo que a la recuperación de textos se refiere. Estos manuscritos, hasta ahora inéditos en conjunto, completan la base documental de una de las etapas más desconocidas del pensador vasco, como son sus años de formación y los primeros pasos de su trayectoria intelectual. Su importancia radica en que ilustran, de manera directa, los primeros pasos de su trayectoria intelectual, en la que apenas se prodigaba en escritos públicos, y en la que se cimenta su pensamiento y su obra de madurez.

 

P. ¿Es legítimo publicar unos escritos que el autor no escribió para el público?

R. Aunque esa legitimidad es siempre debatible, en el caso de Unamuno, la edición de otros manuscritos como el Diario Íntimo, las Meditaciones Evangélicas o su epistolario han sido fundamentales de cara a los estudios unamunianos, sobre todo, a la hora de alumbrar aquellas etapas de su vida o aquellos aspectos de su pensamiento sobre los cuales apenas se prodigó en escritos públicos y que, por esa razón, desconocíamos en su complejidad.

 

P. ¿Por qué escribía Unamuno estos cuadernos, con qué fin?

R. Los cuadernos cumplían una doble misión. Por un lado, recoger aquellas ideas e intuiciones  que en sus solitarias reflexiones pasaban fugaces por su mente, a fin de que no se perdieran. Por otro lado, poner en orden su ya por entonces agitado mundo interno, constantemente renovados desde sus lecturas, sus clases en la Universidad Central, las conferencias del Ateneo… De este modo, fue dando forma a su filosofía primera.

 

P. ¿Qué período abarcan y qué momentos vitales quedan en ellos reflejados?

R. Los cuadernos están redactados entre 1881 y 1892, de manera que abarcan sus años como estudiante en la Universidad Central de Madrid, sus años de vuelta en Bilbao mientras preparaba oposiciones y su primer contacto con Salamanca tras ganar la Cátedra de lengua griega. Se trata de un periodo fundamental, pues fue entonces cuando perdió la fe y fue adquiriendo sus contornos su pensamiento trágico.

 

P. Los estudios sobre Unamuno habían desatendido su etapa de formación. ¿A qué es debido?

R. Es algo que resulta extraño, habida cuenta que Armando Zubizarreta dio cuenta de la existencia de estos cuadernos en 1959. Asimismo, hasta hace poco tiempo, apenas  existían estudios sobre esta etapa de Unamuno, quizás  por haber quedado asentada entre la crítica como una etapa de búsqueda y de adhesión racionalista, sin aportaciones considerables respecto a su obra de madurez. 

 

P. ¿Qué aportan estos textos al conocimiento de la obra del pensador vasco?

R. Aportan mucho, pues se trata de una etapa en que Unamuno escribía poco. Así, los cuadernos recogen su filosofía primera, en estado embrionario, sobra la cual reaccionaría su obra filosófica de madurez. Hay que tener en cuenta que estamos ante una etapa fundamentalmente de recepción y asimilación de ideas, aunque también laten aquí muchas de las cuestiones capitales que Unamuno asumiría en su madurez.

 

P. ¿Y al conocimiento del propio Unamuno? 

R. Los cuadernos nos revelan a un joven Unamuno distinto del que hasta ahora había construido la crítica unamuniana. Lejos de ser desde 1883 (año de su renuncia al catolicismo) un sujeto estrictamente racionalista, positivista y ateo, vemos que esa faceta convivió desde poco después con el estallido de un conflicto íntimo entre la razón y la fe, la lógica y la cardíaca, que jamás desaparecería de su vida y su obra.

 

P. ¿Todos los temas que abordará el filósofo en su madurez aparecen ya en esos primeros cuadernos?

R. No todos los temas, pero sí algunos centrales, como la crítica al racionalismo, el conflicto entre razón y fe, o el anhelo de inmortalidad. Estas cuestiones encuentran en los cuadernos su primera expresión dentro de la obra unamuniana, si bien aparecen en estado germinal, sin la maduración que les daría el tiempo. Otros aspectos, sin embargo, como su quijotismo civil o su inclinación hacia el existir en la palabra cuajarían a partir de la crisis del 97.

 

P. ¿Cómo va a influir la puesta en circulación de estos Cuadernos de juventud, entre el público general y los investigadores?

R. Creo que va a suponer algunos cambios en la manera que hasta ahora teníamos a la hora de interpretar la trayectoria intelectual de Unamuno, pues los cuadernos revelan que su etapa de formación fue más compleja e internamente convulsa de lo que hasta ahora sospechábamos.

 

P. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de estos Cuadernos durante su estudio e investigación?

R. Me ha sorprendido la madurez reflexiva de Unamuno en el momento en que redactó los cuadernos y, sobre todo, que la dimensión conflictiva de su pensamiento trágico estuviese presente desde tan temprano. Se rompe la idea de un Unamuno racionalista y positivista sin fisuras hasta 1897, que era el esquema con que contábamos hasta ahora, por la visión de un sujeto en perenne guerra íntima y devorado por el lenguaje.

 

P. ¿A quién recomienda este libro?

R. Dadas las características de la obra y los criterios de edición seguidos, recomiendo la lectura de los Cuadernos de juventud en primer lugar a los investigadores y especialistas en Unamuno, que alcanzarán con ella una visión más amplia y veraz de su etapa de formación. No obstante, dado el interés que generan la figura de Unamuno y su papel dentro de la historia de España recomiendo su lectura a cualquier persona.

 

Cuadernos de Juventud se presentó anoche en el espacio UNE de la Librería del BOE. Intervinieron (de izqda. a dcha): Pedro Ribas Ribas, profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid ; Miguel Ángel Rivero Gómez, autor; y Eduardo Azofra Agustín, director de Ediciones Universidad de Salamanca.