
Este trabajo, aunque centrado en gran medida en el cineasta José Luis Guerin (Barcelona, 1960), es un ejercicio que se afana en conectar cine y pintura, desarrollando un arduo análisis que ha pretendido comparar tanto metodologías de una y otra disciplina como estilemas comunes o estrategias visuales compartidas. Así, este puente que se ha desplegado entre la teoría y práctica quiere acerque al cine a un género, el retrato, cuya integración con otras artes nunca se ha puesto en duda.
De esta forma, el rostro en el arte ocupará posición preponderante en el contenido de este libro. Se ha estudiado su formulación pictórica, primero, y, después, su devenir en el cine, desde la aparición de los primeros planos en la alborada del modelo clásico de Hollywood, hasta el advenimiento de la faz en la postmodernidad, donde el rostro acaba de ser manipulado hasta ser desvirtuado. Es, precisamente, una de las hipótesis de este trabajo entender dicho rostro filmado como un recurso que, de estar al servicio de eso más grande que en el cine clásico se ha venido a llamar relato, ha conseguido emanciparse en época de la postmodernidad para ser algo más que simple pivote de la diégesis y convertirse en elemento autónomo.
En este libro se han dado cita diversas visiones —desde la de David Bordwell hasta la de Jacques Aumont, pasando por la de Tom Gunning— y se recogen textos cinematográficos de autores de diversos movimientos como John Ford, Andy Warhol, Tsai Ming-liang o James Benning. Todos ellos, como comentábamos, han intentado dar forma a cómo el autor entiende el rostro en el cine tras sus mutaciones estilísticas y conceptuales a lo largo del tiempo: como un artefacto artístico sin anclaje narrativo, centro de interés en sí mismo y, por extensión, como una posible forma de retrato.
Dentro de este entramado, la figura de José Luis Guerin emerge como paradigma de uno de esos cineastas que no solo han colocado al rostro en una posición nuclear de su producción, sino que, además, lo han formalizado de tal manera, alejada de cualquier asidero narrativo, que puede convertirse en epítome de ese rostro pintado al cine del que se ha venido hablando en esta investigación.
Esperamos que la publicación de este libro pueda ser de apoyo a todas las personas interesadas no solo en la posibilidad de ensartar disciplinas artísticas, sino también en explorar algunas teorías del cine y la pintura que exploran e intentan desbordar los límites del concepto de retrato, tanto pictórico como cinematográfico.