
Francisco de Osuna es una de las cimas de la mística española. El Primer Abecedario Espiritual (1528), ejemplo extraordinario de meditación sobre la Sagrada Pasión del Hijo de Dios, se erige con el Segundo (1530) como complemento y ampliación de la doctrina de alumbrados, dejados y recogidos del primer tercio del s. XVI desarrollada por su autor en el Tercer Abecedario Espiritual (1527), obras en las que Osuna se nos presenta como una figura de fuerte y sólida formación humanista y teológica, y como el primer autor que sistematiza en español la corriente mística del Recogimiento. Esta corriente -como bien sabemos- servirá de inspiración lingüística y doctrinal a la espiritualidad coetánea y posterior, y conducirá al perfeccionamiento que alcanzarán los mayores místicos: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
En este Primer Abecedario se justifica el humanismo cristiano de Osuna en su labor de traducción, de búsqueda del término exacto y en la lectura anagógica y literal tanto del Viejo como del Nuevo Testamento acompañada de comentarios exegéticos para consolidar su método de oración mental, lectura y comentarios vinculados con textos de padres de la Iglesia (san Agustín, san Buenaventura, san Bernardo, san Gregorio…), de teólogos como Pseudo Dionisio Areopagita y su teología mística, Beda o Ricardo de San Víctor, de hagiografías y, finalmente, de escritores grecolatinos como Aristóteles, Demócrito, Virgilio y, sobre todo, Séneca, esencial para entender el estoicismo cristiano.
El lector hallará en esta obra una fuente de aprendizaje y de reflexión, de meditación y de ascesis, ejercicios hoy algo olvidados pero necesarios para serenar las tormentas que anegan la paz del hombre y para fortalecer la caridad y la esperanza en el mundo.